Subirás a los históricos funiculares de Valparaíso, pasearás por las calles floridas de Viña del Mar, probarás vinos locales en el Valle de Casablanca con tu guía y compartirás risas entre comida callejera y anécdotas de las fiestas de Neruda — todo en un día que recordarás mucho después de que zarpe el barco.
Lo primero que me sorprendió al llegar a Valparaíso fue el olor: aire marino mezclado con el aroma del café que salía de pequeños cafés mientras subíamos por esas escaleras pintadas y desordenadas. Nuestra guía, Camila, nos invitó a subir al Ascensor Concepción (confieso que tenía un poco de miedo por las tablas que crujían), y de repente estábamos por encima de todo: murales por todos lados, ropa ondeando como banderas, niños corriendo mientras unos viejos jugaban ajedrez. La ciudad parecía vibrar en cada rincón. Camila señaló La Sebastiana en la colina, la casa de Neruda, y nos contó cómo allí organizaba fiestas para poetas. Traté de imaginarlo; la verdad, no sé si podría seguirles el ritmo.
Bajamos hasta la Plaza Sotomayor, donde está el monumento naval — Camila nos explicó la importancia histórica de ese lugar para Chile, pero lo que más me quedó fue un vendedor ambulante que ofrecía sopaipillas calientes cerca. La masa aún humeaba cuando le di el primer bocado; seguro me manché la camisa con azúcar impalpable (otra vez). Luego nos fuimos a Viña del Mar — está a un corto trayecto pero parece otro mundo. De repente todo es orden, flores por doquier, incluso en invierno. Caminamos por el Muelle Vergara viendo a los pescadores sacar su pesca mientras adolescentes se tomaban selfies con el Pacífico gris y azul de fondo. Hubo un momento en que el sol se asomó por un instante y iluminó el cartel del casino — un poco cursi, pero perfecto.
La última parte del día fue en el Valle de Casablanca. El aire cambió otra vez — más frío, más fresco, con olor a eucalipto y tierra mojada. En la viña, nuestra anfitriona nos sirvió tres vinos (me gustó más el blanco, aunque ahora no recuerdo el nombre) y nos mostró las bodegas, que olían a roble y algo dulce. Alguien preguntó sobre métodos orgánicos y ella se animó tanto explicando los tipos de suelo que hasta yo empecé a notar diferencias entre las hileras de vides. Reímos más de lo que esperaba en una cata de vinos — quizás porque nadie se tomó demasiado en serio.
Sigo pensando en esos cerros pintados de Valparaíso y en cómo, si prestas atención, puedes escuchar música saliendo de ventanas abiertas. Si vienes de paso en un crucero o simplemente quieres conocer estos lugares con alguien que los vive de verdad, esta excursión desde Valparaíso o San Antonio une todos esos pequeños momentos que no aparecen en las guías.
Sí, el tour incluye recogida y regreso al hotel o puerto.
Sí, el tour incluye una visita guiada con degustación de vinos en el Valle de Casablanca.
El tour en grupo pequeño tiene un máximo de 8 personas.
Sí, ofrecemos recogida en los puertos de Valparaíso o San Antonio para pasajeros de cruceros.
Sí, los niños son bienvenidos acompañados por adultos; aplican tarifas infantiles compartiendo con dos adultos pagantes.
Las paradas principales son Ascensor Concepción, Plaza Sotomayor, La Sebastiana, Muelle Vergara y Paseo 21 de Mayo.
No incluye almuerzo fijo, pero sí degustaciones de vino y hay opciones para comprar comida durante el recorrido.
El tour suele terminar alrededor de las 15:00, pero el horario puede ajustarse según tus necesidades.
Tu día incluye traslado ida y vuelta desde hotel o puerto en minivan con aire acondicionado, recorridos guiados por Valparaíso y Viña del Mar con muchas historias locales, entradas donde se requiera, y una cata de vinos en una viña del Valle de Casablanca antes de regresar a tiempo para tu próxima aventura.
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