Evita las filas en la Basílica de Notre-Dame, recorre los rincones tranquilos de Viejo Montreal con un guía local, prueba snacks frescos en Chinatown y disfruta un café rodeado de arte urbano en el Plateau. Este tour a pie incluye historias que no encontrarás en ninguna guía y te deja con nuevos sabores (y quizás algo de pintura bajo las uñas).
“¿Lo ves?” preguntó nuestra guía señalando el techo tallado dentro de la Basílica de Notre-Dame. Yo aún estiraba el cuello tratando de absorber cada detalle — un azul tan profundo que parecía brillar, detalles dorados por todos lados. Apenas habíamos empezado nuestro paseo por Montreal y ya sentía que había entrado en una pintura. Hubo un momento de silencio mientras todos nos quedábamos ahí, respirando el aire fresco y el aroma a cera de vela. Me habría quedado más tiempo, pero salimos antes de que llegara la multitud — parece que ese es el truco.
Viejo Montreal está lleno de rincones donde te sorprendes mirando una puerta o un cartel antiguo. Nuestra guía (¿Gabrielle? O tal vez dijo Gab) iba contando historias de banqueros y artistas que pisaron esas mismas calles. En un momento nos metimos en la Ciudad Subterránea — sinceramente, no sabía que existía, pero es como un mundo entero bajo las calles. Se escuchaban ecos de pasos en los azulejos y un suave olor a panadería que venía de algún lado. Salimos en Chinatown para un snack rápido; intenté pronunciar “bao” bien y Li, que estaba detrás del mostrador, solo sonrió y me dio dos en vez de uno. No me quejé.
Después seguimos por el Boulevard Saint-Laurent — murales por todos lados, salpicaduras de color en paredes de ladrillo que me daban ganas de parar cada cinco pasos para sacar fotos. Había una tienda de segunda mano (tres pisos, con lámparas locas colgando del techo) donde podrías perderte horas si no tienes cuidado. El Plateau se sentía distinto — más ligero, con gente riendo en las escaleras o saludando a alguien al otro lado de la calle. El café de una tienda local tenía un sabor ahumado y fuerte; todavía lo recuerdo. Antes de despedirnos, Gab anotó en mi mapa una lista con sus lugares favoritos — no sé si los encontraré todos, pero da gusto tener pistas.
El tour dura varias horas y recorre varios barrios, incluyendo Viejo Montreal, Chinatown y el Plateau.
Sí, la entrada a la Basílica está incluida y evitas la fila al inicio del tour.
Sí, hay degustaciones de comida y bebidas — espera snacks en Chinatown y café después.
No se menciona recogida en hotel; los viajeros se encuentran en Place d'Armes para comenzar el tour a pie.
La edad mínima es 5 años; los bebés pueden ir en cochecito o silla especial.
Se camina una cantidad moderada; usa zapatos cómodos y viste según el clima, ya que el tour se realiza con lluvia o sol.
La ruta es caminable, pero hay opciones de transporte público cerca si las necesitas al terminar el tour.
Tu día incluye evitar filas en la Basílica de Notre-Dame, paseos guiados por Viejo Montreal y Chinatown con degustaciones, paradas para café en barrios llenos de arte como el Plateau, y relatos de tu guía local, además de recomendaciones personalizadas para seguir explorando por tu cuenta.
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