Camina por la favela Rocinha con un guía local, escucha sus historias, prueba snacks callejeros si te animas y vive el día a día de cerca antes de regresar pasando por las playas icónicas de Río. Risas, sorpresas y momentos que te acompañarán mucho tiempo.
Lo primero que noté fue cómo se empañaban las ventanas de la minivan al salir de Copacabana — ese aire húmedo y pegajoso típico de Río, ya sabes. Nuestro guía, João, nos dejó en la entrada de Rocinha. Desde el primer momento todo era un bullicio: motos pasando a toda velocidad, niños con chanclas corriendo entre tiendas pintadas con colores que ni sé cómo describir. João vive aquí; nos señaló una panadería donde compra su pão de queijo cada mañana y se rió cuando intenté decirlo (no, no lo logré). Entrar a la favela fue como meterse en la sala de alguien — la música salía de puertas abiertas, la ropa colgada ondeaba sobre nuestras cabezas, todo estaba cerca y era ruidoso, pero nada hostil.
No podía dejar de pensar en lo distinto que era esto comparado con las postales de Río. Pasamos junto a un mural lleno de pájaros y rostros coloridos — João nos contó que lo pintaron los chicos del barrio el verano pasado. Las callejuelas bajaban rápido y torcidas, con escalones irregulares (mejor llevar buen calzado), y en cada esquina había algo nuevo: viejos jugando a las cartas, mujeres vendiendo frutas que nunca había visto (una sabía casi a natilla). En un momento paramos para que João nos explicara cómo funcionan los proyectos comunitarios; hablaba en voz baja pero todos lo conocían. Hubo un instante en que una niña se acercó corriendo para mostrar orgullosa su tarea — sin vergüenza, solo felicidad. Eso me quedó grabado.
El tour a pie por Rocinha duró unas dos horas, pero el tiempo se sentía raro — a veces lento cuando nos deteníamos a escuchar historias, otras rápido cuando esquivábamos motos de reparto. Al final, nuestro conductor nos esperaba abajo y regresamos hacia Copacabana pasando por Leblon e Ipanema. El sol ya estaba bajo y se olía la sal por la ventana entreabierta. Fue extraño ver esas playas tan famosas después de todo lo que habíamos recorrido. Sigo pensando en esa vista desde el callejón, mirando toda Río desde arriba — no creo que la olvide pronto.
La experiencia completa dura unas 3 horas, incluyendo recogida y regreso.
Sí, se recoge en hoteles seleccionados de Copacabana e Ipanema.
Se recorren unos 3 km cuesta abajo con escalones irregulares; se recomienda estar en forma moderada.
Un guía local que vive en la favela acompaña el recorrido a pie.
Sí, los niños pueden ir acompañados por un adulto.
Se pasa en vehículo por ambas playas al inicio y al final, pero no se hacen paradas en ellas.
Sí, el traslado es en minivan con aire acondicionado para recogida y regreso.
Usa calzado cómodo para escalones irregulares y lleva agua; no se permiten gafas de sol con cámara.
Tu tarde incluye recogida en minivan con aire acondicionado desde Copacabana o Ipanema, un recorrido guiado de 3 km cuesta abajo por Rocinha con un guía local que comparte historias del barrio, tu contribución para apoyar proyectos comunitarios y el regreso con parada lo más cerca posible de tu hotel pasando por las playas más famosas de Río.
¿Necesitas ayuda para planear tu próxima actividad?