Volarás desde La Paz directo a los paisajes más salvajes de Bolivia—crujirás sobre el salar infinito con un guía local, treparás entre cactus gigantes en Isla Incahuasi, verás flamencos sobre lagunas rojas y te calentarás con sopa en un hotel en el desierto. Dos días de vistas surrealistas y momentos de calma que recordarás siempre.
No tenía muy claro qué esperar cuando aterrizamos en Uyuni — el vuelo desde La Paz dura menos de una hora, pero parecía que habíamos llegado a otro planeta. Nuestro guía, Javier, nos esperaba justo afuera del pequeño aeropuerto (saludó con tanto entusiasmo que me hizo reír). La primera parada fue a desayunar en un café local donde el café era tan fuerte que me despertó hasta los huesos. El aire olía a sal y a algo que no supe identificar — quizá polvo o simplemente la altura. Colchani fue nuestro primer contacto real con el salar: montones de cristales blancos por todas partes, mujeres vendiendo sombreros tejidos y pequeñas figuras de llama. Intenté decir “gracias” en aymara y lo dije fatal; una de las vendedoras sonrió igual.
Conducir sobre el Salar de Uyuni es... extrañamente silencioso. La sal cruje bajo las ruedas, pero más allá de eso solo hay un blanco infinito. En la Isla Incahuasi trepamos entre cactus gigantes — algunos más altos que un autobús — y no dejaba de pensar en lo pequeños que éramos allí. Almorzamos un picnic en medio del salar (los sándwiches de pollo frío saben mejor cuando te rodea solo el cielo). Más tarde, al cruzar el desierto de Siloli, los colores volvieron poco a poco: lagunas rosadas llenas de flamencos en Laguna Hedionda, montañas oxidadas en la distancia. Pasamos la noche en el hotel Tayka del Desierto — paredes de piedra, sopa caliente para cenar, y dormí como un tronco a pesar del viento que golpeaba afuera.
La mañana siguiente empezó antes del amanecer (no soy muy mañanero, pero de alguna forma se sentía perfecto). Desayuno rápido — pan aún tibio — y rumbo a los géiseres Sol de Mañana, que silbaban en el aire frío. Primero me llegó el olor a azufre; el vapor se enroscaba alrededor de nuestras botas mientras Javier nos contaba que los locales creen que aquí habitan espíritus. En las aguas termales de Polques metí las manos un instante (demasiado tímido para meterme entero) y vi a un hombre mayor reír mientras salpicaba a su nieto. La Laguna Colorada parecía de otro mundo, con todos esos flamencos caminando sobre el agua roja. De regreso a Uyuni me quedé dormido viendo pasar las rocas; desperté justo al cruzar otro pueblo pequeño donde los niños saludaban desde la carretera.
Sigo pensando en ese silencio del salar — incluso ahora siento que algo quedó resonando dentro de mí desde aquel día en el Salar de Uyuni. Si tienes oportunidad de ir, no lo dudes. Solo no olvides tus gafas de sol... o mejor aprende a decir “gracias” bien antes de llegar.
El vuelo dura aproximadamente 45 minutos en cada trayecto.
Sí, incluye recogida y regreso al hotel tanto en La Paz como en Uyuni.
Pasarás la noche en el Hotel Tayka del Desierto o similar en el desierto.
Sí, incluye desayuno, almuerzo (a veces tipo picnic) y cena ambos días.
Sí, tu guía privado habla inglés y español.
Visitarás el pueblo de Colchani, Isla Incahuasi, Laguna Colorada, géiseres Sol de Mañana, aguas termales de Polques y más.
Sí, hay opciones vegetarianas si las solicitas al reservar.
Sí, el transporte es accesible; avisa al reservar para coordinar.
Tu experiencia incluye vuelos ida y vuelta entre La Paz y Uyuni, transporte privado durante los dos días con guía local de habla inglesa y conductor, recogida y regreso al hotel en ambos destinos, alojamiento en Hotel Tayka del Desierto (o similar), todas las comidas — dos desayunos, dos almuerzos (a veces picnic), dos cenas — y entradas a todos los sitios del recorrido, incluyendo Isla Incahuasi y Laguna Colorada.
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