Saldrás de Viena antes del amanecer y verás cómo Austria despierta desde la comodidad de un minibús. Pasea por los senderos junto al lago Attersee, recorre el casco antiguo de Salzburgo con guía (y quizá tararees “Do-Re-Mi”), y disfruta la tarde explorando por tu cuenta antes de volver, con las montañas aún en la mente.
No esperaba que el viaje saliendo de Viena fuera tan tranquilo: solo el suave murmullo del minibús y ese silencio de primera hora en que todos aún se están despertando. Nuestra guía, Anna, nos señaló el Bosque de Viena mientras dejábamos la ciudad atrás. Hubo un momento en que la luz del sol se coló entre la niebla sobre los campos cerca de la abadía de Melk; alguien del grupo intentó hacer una foto pero se le enredó el móvil. A nadie le importó. Fue uno de esos pequeños momentos compartidos que no se pueden capturar del todo.
La parada en el lago Attersee fue toda una sorpresa para mí; había visto fotos, pero al estar allí notas el aire frío que viene del agua, incluso en verano. El lago parecía un espejo azul verdoso, y se olía el aroma de las agujas de pino bajo los pies. Anna nos contó historias de artistas que solían pintar aquí, lo que me dieron ganas de quedarme en silencio un rato (aunque solo tuvimos tiempo para un paseo rápido). Después, St. Gilgen parecía casi de cuento: casitas de jengibre y macetas rebosantes de flores rojas. Intenté pronunciar “Salzkammergut” como Anna, ella se rió y dijo que ni todos los austriacos lo dicen bien.
Cuando llegamos a Salzburgo, había más gente de lo que esperaba, pero seguía teniendo esa calma de ciudad antigua. Pasear por los jardines Mirabell con nuestro pequeño grupo fue casi surrealista: niños corriendo donde Julie Andrews cantó alguna vez (Anna nos puso un poco de “Do-Re-Mi” en el móvil; algunos se animaron a cantar). El casco antiguo es un laberinto de callejuelas y letreros dorados en Getreidegasse. Pasamos por la casa natal de Mozart —Anna nos dio la historia justa para no parecer una clase— y luego nos dejó tiempo libre para comer o comprar. Yo me quedé en una terraza con un espresso, viendo cómo los locales se saludaban con esa calma que solo tienen cuando no tienen prisa.
El regreso a Viena fue más silencioso; la mayoría dormitaba o miraba las colinas que pasaban. No dejaba de pensar en esa primera imagen de las cúpulas de la catedral de Salzburgo contra el cielo, algo que se queda contigo más tiempo de lo que crees.
La excursión dura todo el día, saliendo por la mañana y regresando por la tarde o noche.
Incluye regreso y bajada en hoteles céntricos de Viena tras la visita a Salzburgo.
Las paradas principales son la abadía de Melk (vista desde el camino), lago Attersee, pueblo de St. Gilgen, jardines Mirabell, Getreidegasse, casa natal de Mozart (solo exterior), catedral de Salzburgo y tiempo libre en el casco antiguo.
Sí, el transporte y todos los lugares visitados son accesibles para sillas de ruedas.
El grupo se limita a un máximo de 8 personas por tour.
Si tienes equipaje y prefieres acabar en Salzburgo, contacta con el operador tras reservar para organizarlo.
Tu día incluye transporte ida y vuelta desde Viena en un Mercedes Sprinter de lujo (con WiFi y agua embotellada), guía profesional en inglés durante todo el recorrido, tour a pie por el casco antiguo de Salzburgo, entradas donde se requiera, taxi hasta el punto de encuentro si es necesario (hasta 12 € por persona), y bajada en hoteles céntricos de Viena al regresar.
¿Necesitas ayuda para planear tu próxima actividad?