Desde lo alto del Lago Sevan tras subir los escalones de Sevanavank, probarás pan recién hecho en el aire de montaña, pasearás por las calles arboladas de Dilijan con gente local cerca, y descubrirás tallas centenarias en los monasterios de Haghartsin y Goshavank, todo con un guía local que se encarga del transporte y las historias.
“Vas a necesitar una chaqueta,” dijo Arman al salir junto al Lago Sevan — y no bromeaba. Incluso en junio, el viento que venía del agua tenía ese frescor que me hacía lagrimear (o tal vez era la luz). El lago parecía casi irreal, como si alguien hubiera subido demasiado el brillo. Subimos esos 200 escalones hacia Sevanavank — perdí la cuenta en el 87 — pero, para ser sincero, parar a mitad de camino para recuperar el aliento fue la excusa perfecta para mirar atrás y disfrutar la vista. Arriba, dos mujeres mayores vendían pan con hierbas; compré uno solo por el aroma. La guía nos contó que la princesa Mariam fundó el monasterio aquí, y traté de imaginarla en ese viento salvaje. No esperaba sentirme tan pequeño frente a tanta inmensidad.
Dilijan parecía otro mundo — aire más suave, agujas de pino bajo los pies y un silencio que no encuentras en las ciudades. Nuestro grupo recorrió el pueblo para tomar un café (el chico de la barra sonrió cuando intenté hablar armenio — no lo culpo). El camino hacia el bosque se volvió más tranquilo y verde hasta llegar al monasterio de Haghartsin. La piedra estaba fría al tacto, y cerca había un roble hueco donde la gente sigue pidiendo deseos. Vi a un niño intentando pasar por dentro mientras su padre fingía no mirar — me sacó una sonrisa.
Goshavank fue nuestra última parada. Para entonces ya había dejado de intentar pronunciar bien (Li se reía cada vez), pero presté atención cuando la guía habló de Mkhitar Gosh y de esos khachkars tan detallados afuera. Es curioso lo silencioso que se vuelve todo dentro de estas iglesias antiguas — incluso con un grupo moviéndose, se oyen los ecos de tus propios pasos sobre la piedra. El regreso se me hizo más largo; tal vez porque todos guardamos silencio un rato, o porque no dejaba de pensar en esa luz del lago que no se parece a ninguna postal.
La excursión dura aproximadamente entre 9 y 10 horas de principio a fin.
No se menciona recogida en hotel; los detalles del punto de encuentro se facilitan tras reservar.
Sí, las entradas a todos los lugares están incluidas en la reserva.
Hay que subir unos 200 escalones para llegar al monasterio de Sevanavank.
El clima puede cambiar rápido; lleva ropa por capas y calzado cómodo para caminar.
No se ofrece almuerzo completo, pero sí agua embotellada y pastas durante el trayecto.
Sí, los niños deben ir acompañados por un adulto; los bebés pueden ir en brazos o en cochecito.
El guía profesional ofrece comentarios en inglés y ruso de forma consecutiva.
Tu día incluye transporte en vehículo con aire acondicionado y WiFi, agua embotellada y pastas durante el recorrido, entradas para todos los sitios incluyendo los monasterios de la península del Lago Sevan y los de Haghartsin y Goshavank, además de la guía de un local experto que comparte historias y consejos prácticos en todo momento.
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