Podrás tocar las frías piedras paganas del Templo de Garni, probar lavash recién horneado, adentrarte en las cuevas oscuras de Geghard con un guía local y subir para disfrutar las vistas abiertas del Lago Sevan. Prepárate para reír, llevar el pelo alborotado por el viento y vivir momentos que se quedan más tiempo de lo que imaginas.
Aún recuerdo cuando salimos cerca del Templo de Garni — todo estaba mucho más tranquilo de lo que imaginaba, solo algunos pájaros y ese contraste curioso entre las columnas antiguas y las colinas verdes. Nuestro guía, Arman, bromeó diciendo que ese era el “momento romano” de Armenia, pero lo que realmente me sorprendió fue lo frío que se sentía el piedra, incluso bajo el sol. Nos mostró dónde se podía ver el Monte Ararat a lo lejos (las nubes intentaban ocultarlo). Paseamos entre las sombras del templo antes de ir a una casa cercana para aprender a hacer lavash. Primero llegó el aroma: harina y humo de leña, algo muy natural. Intenté estirar la masa y casi la rompí — todos se rieron, yo incluido.
Después subimos por carreteras serpenteantes hasta el Monasterio de Geghard. Está en parte tallado en la roca; adentro es fresco y oscuro, con olor a cera y humo de vela. Arman nos explicó que los monjes cantaban aquí por la acústica — incluso él cantó una línea (¡no estuvo mal!). El eco me puso la piel de gallina. Había otros grupos, pero de alguna forma todo se sentía en silencio, como si todos contuvieran el aliento por un momento. No esperaba sentir mucho, pero… sí, algo se queda contigo.
Más tarde nos dirigimos al Lago Sevan — tan azul como prometían, y con un viento que me desordenó el pelo por completo. La subida a Sevanavank son unas 200 escaleras (conté hasta la mitad y me rendí). Arriba está esta antigua iglesia de piedra y una vista que se extiende sin fin sobre el agua. Un grupo de estudiantes de Ereván hacía picnic cerca; uno nos ofreció albaricoques secos y trató de enseñarme a decir “gracias” en armenio (fallé rotundamente). De regreso, compartimos pasteles y anécdotas en la furgoneta — cansados pero felices. No todo salió perfecto (olvidé el protector solar), pero eso hizo que fuera aún más real.
La duración es aproximada; espera un día completo con todas las paradas.
No se menciona recogida en hotel; el tour comienza en un punto de encuentro.
Sí, las entradas están incluidas en la reserva.
Recibirás agua embotellada, pasteles y una clase para hacer lavash con degustación.
Son unas 200 escaleras; apto para la mayoría de niveles físicos.
El guía profesional comenta en inglés y ruso de forma consecutiva.
Sí; los bebés pueden ir en brazos o en cochecito. Los niños deben ir acompañados de un adulto.
Sí, los vehículos cuentan con WiFi durante todo el tour.
Tu día incluye transporte grupal con aire acondicionado y WiFi, guía local en inglés y ruso, entradas a cada lugar, agua embotellada y pasteles, además de una clase práctica para hacer lavash con degustación antes de regresar juntos a Ereván.
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