Verás Buenos Aires desde el agua, explorarás a pie el histórico San Isidro y navegarás profundo en el laberinto de ríos del Tigre—todo acompañado de historias de locales que conocen estos lugares como nadie. Es una forma relajada de disfrutar tanto la ciudad como la naturaleza sin prisas.
Las nubes colgaban bajas sobre Puerto Madero esa mañana, pero el perfil de la ciudad seguía nítido cuando subimos al barco. Se olía café recién hecho desde un kiosco cerca del muelle—los locales buscando su dosis antes de empezar la jornada. Nuestro guía, Martín, repartió los tickets y señaló las antiguas grúas que bordean el puerto, comentando que son un guiño al pasado marítimo de Buenos Aires. Al zarpar, la ciudad quedó atrás y el agua se abrió en un amplio paisaje. Nunca me había dado cuenta de cuánto verde abraza las riberas hasta verlo desde esta perspectiva.
El viaje hacia San Isidro fue suave—solo un poco de viento en la cara si te quedabas en la cubierta al aire libre. Pasamos por el Estadio River Plate (Martín bromeó sobre las rivalidades futbolísticas), y luego navegamos junto a la aguja de la catedral de San Isidro asomando entre los árboles. Al detenernos en el pueblo, hubo tiempo para pasear por la Plaza Mitre. Compré una empanada a un vendedor ambulante—caliente, hojaldrada, desaparecida en dos bocados—y observé a los niños persiguiendo palomas cerca de las escalinatas de la iglesia. La catedral en sí merece una visita; sus vitrales proyectan luces de colores por todos lados cuando el sol está en su punto.
De vuelta a bordo, nos adentramos en Tigre por los sinuosos canales del Delta del Paraná. Aquí reina la tranquilidad, solo interrumpida por motores de barcos y el canto de las aves. Verás de todo: casas de madera sobre pilotes, pequeñas lanchas de abasto entregando provisiones, incluso remeros entrenando a lo largo del río San Antonio (los locales llaman a San Fernando “La Capital del Remo” con razón). La audioguía te cuenta sobre la vida isleña—cómo reciben el correo en barco o cómo enfrentan las inundaciones cada primavera. Terminamos en la Estación Fluvial de Tigre justo cuando la luz de la tarde empezaba a dorarse. Si tienes tiempo, no dejes de visitar el mercado Puerto de Frutos cerca; está repleto de artesanías hechas a mano y puestos de fruta con mandarinas frescas.
¡Sí! Los niños son bienvenidos—solo ten en cuenta que los bebés deben sentarse en el regazo de un adulto durante el traslado y en el barco.
No te preocupes—los guías hablan inglés y español, además hay una audioguía en portugués también.
Tendrás tiempo libre en San Isidro para explorar o tomar un snack antes de volver al barco rumbo a Tigre.
Recomiendo zapatos cómodos para caminar por San Isidro y quizás una chaqueta ligera—puede haber brisa en la cubierta aunque haga sol en el pueblo.
Tu ticket incluye todos los paseos en barco y tasas portuarias. Hay una audioguía trilingüe a bordo (español/inglés/portugués) y un guía local amable que compartirá historias durante el recorrido.
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