Deja Buenos Aires por un día para adentrarte en el mundo gaucho: monta a caballo en una estancia, prueba empanadas frescas, mira de cerca a jinetes expertos, conoce artesanos en San Antonio de Areco y comparte un asado con locales bajo cielos abiertos. No es solo visitar lugares, es sentir cómo se vive aquí, aunque sea por una tarde.
¿Conoces esa sensación cuando dejas atrás el asfalto de la ciudad y de repente solo ves cielo? Así me sentí yo, saliendo de Buenos Aires y viendo cómo los edificios se desvanecían en la inmensidad de la Pampa. Nuestra guía, Sofía, tenía esa manera sencilla de contar historias sobre la tierra mientras conducíamos. Recuerdo que señaló un ombú solitario y nos explicó por qué es tan importante para los gauchos. El aire aquí olía diferente, como a pasto dulce con un toque de humo de leña que venía de lejos. Me sorprendía a mí mismo mirando por la ventana como un niño.
La primera parada fue en el taller de un platero en San Antonio de Areco. No era nada ostentoso, solo un cuarto pequeño con herramientas por todos lados y manos que claramente sabían lo que hacían. El hombre nos mostró cómo moldeaba mates y hebillas, todo a mano. Intenté preguntar por una pieza con mi español básico; él sonrió y respondió despacio para que pudiera entender. Luego fuimos a una chocolatería (no me lo esperaba), donde todo olía a cacao y vigas de madera viejas. Compré algo para después, pero terminé comiéndomelo antes del almuerzo.
La iglesia en la calle Segundo Sombra parecía congelada en el tiempo: baldosas agrietadas bajo los pies, rayos de sol que iluminaban el polvo en el aire. Sofía nos contó que hay una cápsula del tiempo bajo la puerta, lo que me dieron ganas de levantar cada tabla del suelo. Después pasamos por una vieja tienda de comestibles donde todavía se juntan los vecinos; se escuchaban risas y alguien discutiendo en una partida de cartas en la mesa del fondo. Se sentía como si todos supieran todo, pero a nadie le importaba.
La estancia en sí era un espacio abierto enorme: caballos pastando, perros durmiendo a la sombra. Nos dieron empanadas recién salidas del horno (tan calientes que costaba sostenerlas) y bebidas frías antes de elegir entre montar a caballo o pasear en carruaje por los campos. Yo elegí el caballo; mi silla crujía con cada paso y no podía dejar de pensar en lo tranquilo que estaba todo, solo se oían pájaros y cascos. El almuerzo fue un asado, carne a la parrilla sobre brasas, y para entonces todos en la mesa ya compartíamos historias aunque habláramos poco el mismo idioma. El show gaucho después de comer combinaba destreza y humor; un jinete me guiñó un ojo justo antes de que su caballo girara en el lugar como si nada. De regreso a Buenos Aires, mi camisa todavía olía a humo y pasto. A veces vuelvo a sentir ese aroma y recuerdo lo inmensa que se siente la Pampa, como si siempre hubiera más espacio del que imaginas.
El tour dura alrededor de 9 horas, incluyendo el traslado desde Buenos Aires.
Sí, el tour incluye recogida y regreso al hotel en Buenos Aires.
Sí, es apto para todas las edades y niveles de condición física.
Puedes montar a caballo o en carruaje, disfrutar aperitivos, ver un show cultural y demostraciones de habilidades gauchas.
Sí, se ofrece un almuerzo tradicional argentino con asado y bebidas.
El guía ofrece explicaciones en inglés durante los traslados y actividades.
Usa ropa cómoda y adecuada para actividades al aire libre en el campo.
Es necesario llevar pasaporte válido el día del viaje.
Tu día incluye recogida en el hotel de Buenos Aires, traslado a San Antonio de Areco con comentarios del guía local durante el camino, visitas a un taller de platería y una chocolatería en el pueblo, entrada a la estancia elegida (El Ombú u otra estancia familiar), paseos opcionales a caballo o en carruaje por los campos de la pampa, aperitivos con bebidas y un almuerzo tradicional con asado y entretenimiento en vivo antes de regresar a tu hotel por la tarde.
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