Pasea por el encantador Barrio Holandés de Potsdam con sus casas de ladrillo rojo antes de recorrer Brandenburger Strasse hasta los tranquilos jardines del Palacio Sanssouci, todo con guía en español. Encontrarás caras amables, rincones secretos y muchas historias desde la época prusiana hasta hoy. La belleza serena de la ciudad te acompañará mucho después de irte.
Parpadeé y ya estábamos en Potsdam. Está a solo una hora de Berlín, pero la verdad, se siente como otro mundo desde el primer instante. El aire olía a hierba mojada y a algo dulce que venía de una panadería cercana (nunca supe qué era). Nuestra guía, Marta, nos esperaba en Brandenburger Strasse—saludó con ambas manos, y no sé por qué, eso me sacó una sonrisa. Empezamos paseando por el Barrio Holandés, esas casas de ladrillo rojo alineadas como si compitieran por llamar la atención. Intenté pronunciar “Holländisches Viertel” y lo dije tan mal que un señor mayor en bicicleta solo se rió. Ese pequeño momento se me quedó grabado más de lo que esperaba.
Brandenburger Strasse es la calle principal de Potsdam—animada pero sin prisas, si eso tiene sentido. Los cafés se desbordaban hacia la acera y la gente parecía disfrutar su café sin querer irse rápido. Marta nos señaló la Puerta de Brandeburgo (no la de Berlín—esta es más pequeña y, de alguna forma, más acogedora). Nos contó que Potsdam era el refugio de los reyes prusianos para escapar del bullicio de la ciudad, lo que explicaba esos edificios majestuosos por todos lados. No dejaba de pensar en lo cerca que estábamos de Berlín y lo tranquilo que se sentía aquí.
Lo mejor fue el Palacio Sanssouci y sus jardines. Caminamos bajo árboles cargados de gotas de lluvia—mis zapatos hacían ruido al pisar, pero a nadie le importó—y terminamos frente a unas terrazas de viñedos que parecían demasiado perfectas para ser reales. Dentro del recinto del palacio reinaba un silencio extraño, solo roto por los pájaros y nuestros pasos sobre la grava. Marta nos habló de Federico el Grande, que veraneaba aquí; lo llamó “Fritz”, como si en cualquier momento pudiera aparecer con su flauta. Me apoyé en una fría pared de piedra cerca de la Iglesia de la Paz para descansar un momento (debería haber llevado zapatos más cómodos) y miré cómo las nubes se deslizaban sobre las cúpulas.
La verdad, no esperaba que Potsdam tuviera tanta profundidad—historia real mezclada con la vida cotidiana, gente riendo en las terrazas mientras los palacios asomaban entre los setos. De regreso a la estación, me di cuenta de que casi no había mirado el móvil en todo el día. Aquí hay algo que te invita a levantar la mirada en vez de estar pegado a la pantalla.
Potsdam está a unos 25 kilómetros al suroeste del centro de Berlín, aproximadamente una hora en transporte público desde Alexanderplatz.
Sí, el transporte es accesible y gran parte del recorrido es apto para sillas de ruedas o cochecitos.
La visita guiada se realiza completamente en español.
El tour incluye la entrada a los jardines de Sanssouci; para el acceso al interior del palacio, consulta detalles específicos ya que puede variar.
Visitarás los jardines del Palacio Sanssouci, pasearás por Brandenburger Strasse, explorarás el Barrio Holandés y conocerás plazas históricas como la zona de la Iglesia de San Nicolás.
Sí, en el Barrio Holandés hay muchos bares y restaurantes donde puedes parar a tomar algo caliente o una cerveza.
El tour implica caminar bastante; se recomienda llevar calzado cómodo porque estarás caminando la mayor parte del día.
Tu día incluye un guía en español que te acompañará por los principales puntos de Potsdam—desde pasear por Brandenburger Strasse y explorar los jardines de Sanssouci hasta descubrir barrios locales—con rutas accesibles para sillas de ruedas o cochecitos y conexiones fáciles en transporte público desde Berlín.
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