Pedalea entre campos bávaros bajo las montañas, nada o descansa junto a un lago alpino, ríe en una cervecería local y sube caminando o en bus para entrar sin colas al Castillo de Neuschwanstein, todo con una guía experta que hace que todo sea fácil y divertido. No es solo turismo, es sentir Baviera en la piel.
“Será mejor que traigan efectivo,” nos advirtió la guía mientras salíamos temprano de Múnich. Yo todavía medio dormido, pero las risas en el autobús me despertaron: alguien detrás intentaba pronunciar “Hohenschwangau” y le salía fatal (ni lo intenté). La carretera se volvió verde en un abrir y cerrar de ojos. Vacas, flores silvestres, todo muy bucólico. El aire olía a hierba y a algo dulce que no supe identificar —¿heno tal vez? Anna, nuestra guía, señaló los Alpes a lo lejos y nos contó historias de Ludwig II mucho más locas de lo que esperaba. Tenía ese don de hacerte sentir que estabas escuchando un secreto.
La parte de la bici fue, sin duda, mi favorita —aunque no soy precisamente un ciclista profesional. Es todo plano, así que no te preocupes. Pedaleamos por pueblitos pequeños y paramos en un lago de un azul casi irreal. Algunos se metieron a nadar (yo solo mojé los pies, ¡qué frío!), y uno intentó lanzar piedras para que saltaran, pero terminó salpicando a todos. Desde ahí se veían el Castillo de Neuschwanstein y el de Hohenschwangau, como sacados de un cuento, aunque con más mosquitos de lo que imaginarías. La comida fue en una cervecería con mesas de madera al aire libre; la cerveza estaba fría, con ese sabor a levadura que cae perfecta después de pedalear. Anna nos ayudó a pedir y se rió cuando intenté decir “Weißwurst”.
Si no quieres hacer la bici, puedes visitar el Castillo de Hohenschwangau en su lugar (mi amigo lo hizo y dijo que era más tranquilo). Después de comer, todos nos juntamos en la taquilla para subir caminando a Neuschwanstein. Si no quieres andar, hay un bus; yo caminé, pero a mitad de subida pensé que mejor no. Eso sí, el bosque huele a tierra fresca y eso ayuda a seguir. En el Puente de María, Anna nos apuró porque había fila (dijo que a veces lleva a la gente a un “lugar secreto” si se llena mucho). La vista desde ahí es… de esas cosas que no parecen reales hasta que estás parado justo frente a ellas, con las piernas cansadas.
El castillo por dentro es más pequeño de lo que imaginas pero a la vez más imponente, difícil de explicar. Solo entras con las entradas sin colas que Anna consiguió para nosotros en el bus —se siente genial pasar por delante de todas esas filas interminables. Por la noche ya estábamos de vuelta en Múnich, con las piernas doloridas pero felices. Aún recuerdo ese lago, el agua azul y el silencio que caía cuando nadie hablaba por un momento.
No, la comida no está incluida; puedes comprarla en la cervecería durante el tour.
Sí, lleva efectivo para las entradas al castillo (€26,50 adultos/€3,50 niños) y otros gastos extras.
El recorrido es plano y apto para todos los niveles; se proporcionan cascos.
Sí, hay una parada opcional para nadar en un lago alpino; lleva ropa de baño si quieres.
Puedes elegir no hacer bici y visitar el Castillo de Hohenschwangau (costo extra de €27 por persona).
Tu guía gestiona las entradas sin colas, que compras directamente con ella en efectivo el día del tour.
El tour comienza por la mañana en Múnich y regresa alrededor de las 7:15 PM.
Sí, el transporte ida y vuelta en autobús desde el centro de Múnich está incluido.
Tu día incluye transporte ida y vuelta en autobús desde el centro de Múnich con guía en inglés en vivo; paseo tranquilo en bici por el campo bávaro con casco incluido; tiempo para relajarte o nadar en un lago alpino; parada en cervecería para comer (comida no incluida); subida guiada o en bus al Puente de María; entrada sin colas gestionada por la guía para el Castillo de Neuschwanstein; además de muchas historias y risas antes de volver por la tarde.
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