Recorre paisajes alpinos desde Múnich con un guía local que conoce cada curva y cada historia. Pasea por el casco antiguo de Berchtesgaden, contempla en silencio el Nido del Águila con ecos de la II Guerra Mundial a tu alrededor y termina el día en Salzburgo al caer la tarde sobre sus torres. No es solo turismo, es una experiencia que queda contigo.
Lo primero que recuerdo es cómo la luz de la mañana iluminaba esas afiladas cumbres bávaras al salir de Múnich — una especie de neblina azul que lo cubría todo. Nuestro guía, Stefan, tenía la costumbre de señalar pequeños pueblos escondidos entre las colinas, contando historias sobre quién hace los mejores pretzels o qué granja aún destila schnapps. Pasé casi todo el viaje con la cara pegada a la ventana, viendo cómo el paisaje cambiaba de los bordes de la ciudad a algo más salvaje y antiguo. Cerca de Berchtesgaden paramos para tomar un café y probé un pastel cuyo nombre no pude pronunciar (Stefan se rió de mi intento). El aire olía a humo de leña y algo dulce — ¿quizá pino?
Berchtesgaden en sí parecía demasiado bonito — macetas con flores por todas partes, adoquines bajo los pies. Paseamos por el casco antiguo antes de subir hacia Obersalzberg. Hay una sensación pesada en ese lugar, conociendo su historia; Stefan no la evitó. Nos llevó junto a las ruinas del Berghof de Hitler y el Hotel zum Türken, compartiendo detalles que no había leído en ningún otro lado. Era extraño ver esas montañas tan pacíficas guardando tantas historias. Luego llegó el bus especial para subir al Nido del Águila — curvas tan cerradas que contuve la respiración más de una vez. El túnel que lleva al ascensor de latón era fresco y húmedo; se escuchaban los ecos de nuestros pasos.
No esperaba lo silencioso que se sentía arriba. La gente andaba por ahí, pero en voz baja, como si todos percibieran algo solemne en estar allí. Stefan señaló la chimenea de mármol de Mussolini en lo que antes era una sala de conferencias; la verdad, yo me quedé mirando hacia Austria — esas crestas que se extienden hasta el infinito en todas direcciones. Almorzamos en una terraza donde las nubes flotaban bajo nuestros pies (mi sopa me pareció más salada de lo normal, pero quizá fue cosa mía). La palabra clave para este viaje es sin duda “tour privado al Nido del Águila” — porque tener a alguien local hizo que todos esos detalles cobraran vida.
La bajada se sintió distinta — como más ligera. Ya entrada la tarde llegamos a Salzburgo, cansados pero emocionados por todo lo que habíamos visto. La ciudad brillaba dorada en esa hora; campanas de iglesia sonando a lo lejos mientras la gente pasaba en bici con cestas llenas de pan o flores. Incluso semanas después, cuando pienso en esa excursión de Múnich a Salzburgo pasando por el Nido del Águila, me parece casi un sueño — como atravesar capas de historia y salir a un lugar más suave al otro lado.
El tour dura todo el día, comenzando en Múnich y terminando en Salzburgo con varias paradas por rutas panorámicas.
Sí, la recogida y el regreso al hotel están incluidos en ambos destinos.
Sí, las entradas sin colas para el Nido del Águila están incluidas para que no tengas que esperar.
Se utiliza una furgoneta Mercedes-Benz V-Class con aire acondicionado para un viaje cómodo.
El itinerario estándar finaliza en Salzburgo, pero es posible volver en tren a Múnich bajo petición.
No, el almuerzo no está incluido, pero hay tiempo para probar especialidades bávaras en Berchtesgaden por tu cuenta.
Sí, las entradas para el Nido del Águila forman parte del paquete del tour.
Sí, es accesible para sillas de ruedas y también se ofrecen asientos especiales para bebés si es necesario.
Tu día incluye recogida y regreso al hotel en Múnich o Salzburgo, transporte de lujo en furgoneta Mercedes con aire acondicionado, entradas sin colas para el Nido del Águila (Kehlsteinhaus) y un guía en inglés experto que comparte historias locales en cada tramo del camino—solo necesitas traer curiosidad (y quizá ganas de probar pasteles bávaros).
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