Recorrerás las callejuelas de Estrasburgo con un guía local, probarás platos típicos alsacianos en Maison Kammerzell y te quedarás boquiabierto bajo las torres de la catedral. Desde los canales de Petite France hasta la historia real en el Palacio Rohan, cada parada deja huella—sobre todo cuando sonríes por algo pequeño e inesperado.
No esperaba que Estrasburgo oliera a pan recién hecho y a río al mismo tiempo. Salimos de Baden-Baden con nuestro guía (que ya bromeaba sobre el café francés antes de cruzar la frontera), y cuando llegamos a la ciudad, ya estaba completamente despierto. El viaje no fue largo—quizá una hora—pero parecía como entrar en otro mundo. Casas entramadas por todas partes, contraventanas pintadas de colores que ni sé nombrar. Una mujer barría la puerta de su casa y nos saludó con un gesto al pasar. Ese pequeño instante aún me viene a la mente.
Al caminar por Petite France, se mezcla el olor a madera vieja, piedra húmeda y algo dulce en el aire—quizá de alguna panadería escondida entre tiendas de souvenirs. Nuestro guía nos señaló la Maison des Tanneurs (intenté pronunciarlo y se rió). Las calles empedradas son irregulares, así que cuidado si te distraes con las flores en las ventanas. Almorzamos en Maison Kammerzell, justo al lado de la catedral—foie gras de pato para mí, choucroute para mi amigo. El vino Gewürztraminer sabe a tardes de verano, de verdad.
La catedral de Estrasburgo es simplemente… imponente. Sientes su antigüedad cuando estás bajo su sombra—más de 1000 años de historia en cada piedra. Dentro, hay un silencio que te eriza la piel, sobre todo cuando miras la roseta o escuchas el órgano Silbermann resonar en las paredes. No quería irme, pero el guía nos animó suavemente (“¡hay más por ver!”). Luego visitamos el Palacio Rohan—tanta moldura dorada y terciopelo que casi esperas que pase alguien de la realeza.
De regreso a Baden-Baden pasamos por el casino (al parecer Marlene Dietrich lo llamó “el casino más bonito del mundo”—aunque yo no lo sabía). Si pides, pueden parar para una foto rápida o incluso organizar una visita más larga otro día. Así que sí, si buscas una excursión desde Baden-Baden que te haga sentir como si cruzaras a otro mundo, esta es la indicada.
El trayecto dura aproximadamente una hora en vehículo privado, ida y vuelta.
El almuerzo no está incluido, pero hay tiempo para comer en restaurantes tradicionales como Maison Kammerzell cerca de la catedral.
Calles empedradas, canales, casas entramadas como la Maison des Tanneurs, además de tiendas y panaderías.
Sí, hay asientos para niños si se solicitan antes del viaje; los bebés y niños pequeños pueden ir en cochecito o carrito.
Todos los precios y tasas están incluidos en la reserva.
Sí, el vehículo cuenta con WiFi para que puedas compartir tus momentos al instante.
El recorrido incluye la catedral; dentro destacan la roseta y el reloj astronómico.
Si lo pides, el guía puede hacer una parada rápida para fotos o organizar una visita más larga en otra excursión.
Tu día incluye transporte privado con aire acondicionado desde Baden-Baden a Estrasburgo y vuelta (con recogida en hotel si hace falta), todas las entradas y tasas pagadas, WiFi a bordo para esos momentos que quieres compartir al instante, asientos para niños disponibles si avisas antes, y muchas paradas para comer o hacer fotos cuando algo te llame la atención.
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