Bajas directamente del crucero en Civitavecchia a una minivan con aire acondicionado y grupo reducido—sin líos de shuttles ni multitudes. Con un conductor local que se encarga del equipaje y las entregas en hoteles de Roma o en el aeropuerto de Fiumicino, solo te queda disfrutar del paisaje italiano desde la ventana. Hay algo muy reconfortante en dejar que otro maneje esos primeros kilómetros hacia Roma.
Bajamos las maletas por la rampa del muelle en Civitavecchia y allí estaba un tipo—Marco, creo—esperándonos con un cartel. Sonrió y nos hizo señas, algo que me tranquilizó después del lío de desembarcar. La minivan era fácil de reconocer (menos mal, nada de confusiones con los shuttles) y dentro se respiraba un aire fresco con un toque cítrico, gracias a uno de esos ambientadores. Éramos seis en total, todos compartiendo historias de dónde veníamos navegando. Nunca sé bien qué decir en esos momentos, pero alguien soltó un chiste sobre “el tráfico de Roma” y todos nos reímos—quizá nervios o ganas de romper el hielo.
El viaje de Civitavecchia a Roma no es corto—una hora si tienes suerte con el tráfico—pero es sorprendentemente relajante cuando no eres tú quien conduce. Nuestro chófer nos señaló por dónde iba la antigua vía romana (traté de imaginar carros en lugar de camiones). A veces hablaba por teléfono alternando inglés e italiano, y me di cuenta de cuánto me falta para mejorar. En un momento paramos en el aeropuerto de Fiumicino para dejar a alguien rápido antes de entrar a la ciudad; sumó unos 20 minutos, pero nadie se quejó. De hecho, me gustó ver despegar los aviones mientras esperábamos. Esa mezcla rara de “el viaje termina” y “algo nuevo empieza”.
Al final cruzamos las calles de Roma en zigzag—motos por todos lados—y la gente empezó a bajarse en sus hoteles. El conductor siempre ayudaba con las maletas, sin complicaciones. Cuando me tocó a mí, me saludó con un gesto y dijo algo como “buona giornata”. Me trabé un poco al responder, pero él solo sonrió más. Aún recuerdo cómo el aire de la ciudad se sentía más cálido que junto al puerto, como si entraras en otro ritmo completamente distinto. No sé por qué eso se me quedó grabado.
El trayecto suele durar alrededor de una hora, según el tráfico y las paradas en hoteles o en el aeropuerto de Fiumicino.
Sí, la recogida es justo en el muelle donde atraca tu crucero en Civitavecchia—busca al conductor con un cartel con tu nombre.
Sí, dependiendo de dónde se alojen los pasajeros, puede haber varias paradas en hoteles de Roma.
La recogida de las 7:00 am es para quienes van directo al aeropuerto; la de las 9:30 puede incluir una parada en el aeropuerto antes de entrar a Roma.
Puedes llevar una maleta grande y un bolso de mano por persona.
Sí, si los pides al hacer la reserva, te proporcionan asientos y elevadores para niños sin coste adicional.
Sí, los bebés y niños pequeños pueden ir en cochecitos; los asientos para niños se facilitan según necesidad.
Los horarios de recogida pueden variar entre 10 y 15 minutos si se recogen pasajeros de varios barcos; te avisarán de cualquier cambio.
Tu traslado incluye recogida en el muelle de Civitavecchia, ayuda con el equipaje para subir a una minivan con aire acondicionado compartida por hasta ocho personas, y entrega directa en tu hotel en Roma o en el aeropuerto de Fiumicino—con asientos para niños si los solicitas con antelación.
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