Vive la historia real en Windsor, contempla en silencio las piedras milenarias de Stonehenge y pasea por las calles color miel de Bath, todo acompañado por un guía que conoce cada atajo y leyenda. Prepárate para momentos de asombro (y viento frío), mucho caminar, entradas incluidas y transporte en autobús sin preocupaciones.
Apenas habíamos terminado el café cuando el autobús salió de la estación Victoria—Londres quedó atrás en un instante. Nuestro guía, Mark, tenía un humor seco que hacía que la mañana temprana fuera mucho más amena. La primera parada fue el castillo de Windsor. Aún recuerdo cómo ondeaba la bandera sobre esos muros de piedra antiguos—signo de que el Rey estaba dentro, según nos contó. Por dentro, todo era madera pulida y cuerdas de terciopelo, pero lo que más me impactó fue la capilla de San Jorge: la luz del sol entrando a través de los vitrales y bañando los escalones gastados donde tantas historias reales comenzaron y terminaron. Había niños de excursión riendo en voz baja; eso le daba vida al lugar de una manera especial.
El trayecto hasta Stonehenge fue justo para echar una cabezada (intenté no babear sobre mi bufanda). Al llegar, lo primero que sentí fue el viento—frío y cortante en la llanura de Salisbury. Las piedras eran más pequeñas de lo que imaginaba, pero parecían pesar siglos. Mark nos habló de solsticios y rituales, pero yo me quedé simplemente escuchando el balido lejano de unas ovejas, intentando imaginar qué se siente tener 5,000 años. Cerca hay un centro de exposiciones con artefactos y una reconstrucción facial a partir de un cráneo antiguo—no esperaba emocionarme con una cabeza de modelo tras un cristal, pero así fue.
Bath fue la última parada. La ciudad brillaba dorada con la luz del atardecer—esas terrazas georgianas parecen sacadas de una novela de Jane Austen (aunque con más tráfico). Paseamos por el puente Pulteney y vimos a los locales charlar con cafés para llevar junto al río. Las termas romanas estaban llenas de vapor y olían a minerales; si eliges esa opción, puedes entrar, lo cual recomiendo si te gusta la historia o quieres calentarte después de Stonehenge. Para entonces, los pies me dolían, pero no me importaba—seguía mirando hacia atrás la curva del Royal Crescent perdiéndose en el crepúsculo. A veces aún recuerdo esa vista.
El tour sale a las 8 a.m. desde la estación Victoria en Londres y dura todo el día.
La entrada al castillo de Windsor está incluida si seleccionas esa opción al reservar.
Sí, un guía experto acompaña al grupo durante toda la excursión.
No incluye almuerzo; tendrás tiempo libre para comprar comida en las paradas.
Sí, pero debes contactar al proveedor al menos siete días antes para coordinar un transporte adecuado.
La entrada a las termas romanas está incluida si eliges esa opción al reservar.
Si está cerrado, lo verás desde afuera y tendrás tiempo libre para recorrer el pueblo de Windsor.
Tu día incluye viaje en autobús con Wi-Fi y puertos USB, un guía local experto con auriculares para que no te pierdas ningún detalle, además de entradas para Stonehenge y el castillo de Windsor o las termas romanas según tu elección—solo llega temprano a la estación Victoria para subir.
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