Recorre el Algarve rural en jeep con un guía local, prueba miel y Medronho en una granja, disfruta de un almuerzo típico, nada en un río fresco y visita pueblos tranquilos donde la vida va despacio — todo con recogida incluida.
Confieso que tenía mucha curiosidad por ver cómo es el Algarve más allá de la costa — ya sabes, más allá de esas postales perfectas. Así que cuando subimos a ese jeep verde desgastado frente al hotel, no imaginaba cuánta tierra y risas nos esperaban. Nuestro guía Rui nos saludó con una sonrisa y soltó algo de “campo auténtico”, que sonó a reto. Lo primero que noté fue el cambio en el aire — olía a hierbas silvestres y tierra calentada por el sol, nada que ver con el típico olor a protector solar.
Pasamos junto al castillo en ruinas de Paderne y paramos en un café diminuto donde los locales ya charlaban animados a las 10 de la mañana. Rui pidió un café para él y nos recomendó probar la “bica” si queríamos despertar de verdad. Intenté pedir en portugués — acabé liándola un poco, pero sirvió para romper el hielo. Más tarde, en una granja familiar, la cata de miel se convirtió en una lección improvisada sobre los algarrobos (esas vainas pegajosas y dulces, ¿quién lo diría?) y luego llegó el Medronho, el aguardiente local. Pica al bajar pero sabe a frutos del bosque — Li se rió de mi cara tras el primer sorbo.
El viaje por el campo del Algarve parecía no acabar, y para bien — olivares que pasaban fugaces, alcornoques con su corteza medio pelada como vendas viejas. Paramos a comer en un sitio que por fuera parecía normal, pero el pescado a la parrilla tenía un sabor ahumado y fresco. La abuela de alguien no dejaba de asomarse desde la cocina. Después, Rui nos llevó a un mirador en lo alto de una colina desde donde se veía el mar; reinaba el silencio salvo por el canto de las cigarras, tan fuerte que parecía el mismo verano.
No esperaba nadar ese día, pero cuando llegamos al río (agua fría y piedras lisas bajo los pies), todos nos lanzamos sin pensarlo mucho. Sol en la espalda, agua corriendo — uno de esos momentos que vuelvo a recordar cuando la ciudad pesa demasiado. La última parada fue el pueblo de Alte: paredes blancas, viejos jugando a las cartas bajo higueras, el tiempo pasando tan despacio que casi se podía oír respirar.
El tour dura todo el día con varias paradas, incluyendo comida y degustaciones.
Sí, la recogida y regreso al hotel están incluidos en la reserva.
Sí, hay una parada para bañarse en un río local dentro del itinerario.
Incluye un almuerzo tradicional y degustaciones de miel y bebidas locales en una granja.
Los niños pueden participar pero deben ir acompañados por un adulto; los bebés van en brazos.
El tour puede ser guiado por personas multilingües, incluyendo inglés.
Sí, se ofrecen opciones vegetarianas si se solicitan al reservar.
Recomiendan vestir casual elegante y llevar bañador si quieres disfrutar del baño en el río.
Tu día incluye recogida y regreso al hotel cercano, todo el transporte en jeep con tu guía Rui (o alguien igual de amable), degustaciones de miel casera y Medronho en una granja local, almuerzo en un restaurante típico del Algarve (opción vegetariana si la pides), y tiempo para nadar en el río antes de volver mientras el sol se oculta tras las colinas.
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