Si buscas más que solo una caminata a Machu Picchu—piensa en ciclismo por pasos épicos, baños termales en la selva, probar comida local y opciones como rafting o tirolina—esta ruta lo tiene todo con guías expertos y auténtico sabor local.
La primera mañana comenzó con una recogida rápida: nuestro guía incluso envió un mensaje la noche anterior para confirmar la hora, algo que agradecí porque el WiFi del hostal era inestable. Cargamos todo y manejamos por Ollantaytambo, donde compramos agua y snacks en una tiendita pequeña cuyo perro no paraba de olfatear nuestras mochilas. El camino subió más de lo que esperaba; al llegar al Abra Málaga, mis oídos se taparon por la altura (¡4,400 metros!). El aire era frío y delgado allá arriba; se veían las nubes flotando debajo de nosotros. Después de abrigarnos y revisar las bicicletas (los frenos son tus mejores aliados en este descenso), empezamos a bajar hacia la selva. Es casi todo cuesta abajo—mis manos terminaron adoloridas de tanto frenar más que de pedalear. Si te gusta la adrenalina, hay una sección opcional de rafting en aguas bravas en Santa Teresa. Yo la salté y me di una vuelta por el pueblo, donde encontré una panadería pequeña que vendía pan de yuca recién hecho. Esa noche, todos nos juntamos en el hostal para unas cervezas y unas partidas de cartas; alguien había traído un mazo con llamas.
El segundo día es todo caminata. El primer tramo es cuesta arriba y sudoroso—lleva agua extra—pero pasas por campos de café y coca donde nuestro guía explicó cómo los locales cosechan los granos a mano. Hay un aroma terroso en el aire, mezcla de plantas y la bruma del río mientras bajas al cañón Huancar Casa. Paramos a meter los pies en el río (un alivio después de horas caminando) antes de llegar a Quellomayo para almorzar. Honestamente, su guacamole estaba de otro nivel—aguacates cremosísimos cultivados justo ahí. También había muchas opciones vegetarianas; incluso uno de nuestro grupo que es vegano encontró qué comer. Más tarde, sumergirse en las aguas termales de Cocalmayo fue una experiencia increíble—las piscinas están justo al lado del río, con vapor elevándose mientras caía el atardecer. Los locales venden cervezas frías y plátanos fritos dulces al lado de las piscinas.
El tercer día te da opciones: tomar una van para un viaje tranquilo hasta la Central Hidroeléctrica (cuesta unos 10 soles), caminar por el río Urubamba durante 2-3 horas (ojo con los trenes que pasan), o lanzarte a la aventura con la tirolina—¡la más alta de Sudamérica! Probé la tirolina; siete cables cruzan dos valles y en un punto vuelas a 150 metros sobre los árboles a velocidades impresionantes. Los guías aquí saben lo que hacen—revisan dos veces cada arnés y cuentan chistes para calmar los nervios. Después, nos reunimos todos en Aguas Calientes para duchas calientes y camas de verdad.
El último día empieza temprano—muy temprano, tipo 4 am. Querrás una linterna frontal para los primeros pasos fuera de Aguas Calientes porque está completamente oscuro hasta llegar al control en la base de Machu Picchu alrededor de las 5 am (no olvides tu pasaporte). Subir esos 1,700 escalones incas no es broma, pero ser de los primeros en entrar vale la pena; la niebla aún se aferra a las terrazas mientras la luz del sol asoma sobre el pico Huayna Picchu. Nuestro guía nos llevó por templos y terrazas contando historias de cómo los incas construyeron todo sin mortero—es impresionante verlo de cerca después de días recorriendo sus antiguos caminos. Luego tienes tiempo libre—yo caminé hasta el sendero del Puente Inca (un camino estrecho tallado en un acantilado) mientras otros subieron a la Puerta del Sol para vistas panorámicas de Machu Picchu.
Debes tener una condición física moderada—pedaleas cuesta abajo (no es muy exigente), caminas varias horas al día (con tramos empinados), pero no se requieren habilidades técnicas.
¡Sí! En cada parada para comer hay opciones vegetarianas y veganas—avisa a tu guía sobre tus necesidades dietéticas en la reunión inicial para que lo planifiquen.
Lleva ropa en capas—una chaqueta abrigada para las alturas (hace frío en Abra Málaga), ropa ligera para la selva húmeda y un impermeable por si acaso.
Sí—todos los boletos de entrada (incluido Machu Picchu) y los pasajes de tren de regreso desde Aguas Calientes están incluidos en el precio del paquete.
¡No te preocupes! La tirolina es totalmente opcional—puedes elegir relajarte o hacer senderismo ese día.
Tu viaje incluye todos los transportes principales entre paradas (van privada/tren), alojamiento en hostales o lodges rurales cada noche (¡con duchas calientes la mayoría de las veces!), entrada a Machu Picchu, alquiler de bicicleta de montaña con casco y guantes, un guía bilingüe experto en aventura durante todo el recorrido, acceso a botiquín médico si es necesario—y sí, se permiten animales de servicio. Las comidas se adaptan a diferentes dietas; solo avísanos qué necesitas al reservar.
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