Recorre el Rijksmuseum y el Museo Van Gogh en Ámsterdam con un grupo pequeño y un guía experto que hace que el arte cobre vida con historias y risas. Entrada reservada (sin colas), tiempo para disfrutar obras como La Lechera y Los Girasoles, y detalles que pasarías por alto solo. Quizás salgas pensando distinto sobre el color o el silencio.
“¿Cuántos tonos de azul puedes ver realmente?” nos preguntó Saskia, nuestra guía, mientras estábamos frente a La Lechera de Vermeer en el Rijksmuseum. Nunca lo había pensado, pero de repente todo encajó: la luz reflejada en la jarra, el silencio casi acogedor de esa sala, y este pequeño grupo de seis personas acercándose despacio. La chaqueta de alguien chirrió al rozar el suelo; afuera se escuchaban bicicletas pasar volando. Saskia tenía ese don de hacer que hasta las casitas de muñecas polvorientas parecieran hogares de verdad — contó que una valía más que su propio apartamento, y todos soltamos una carcajada. No podía dejar de pensar en toda la historia que guardan esas pinturas. No es solo arte, es chisme, política, secretos antiguos.
La pausa para comer fue rápida (me compré un broodje en un carrito callejero — nada sofisticado pero perfecto), y luego caminamos hacia el Museo Van Gogh. El cielo se había puesto un poco gris, ideal para admirar de cerca esas gruesas pinceladas. Dentro, Saskia nos señaló detalles que habría pasado por alto: cómo Van Gogh reutilizaba lienzos cuando no tenía dinero, o cómo sus trazos parecen cicatrices bajo los amarillos y verdes. Vimos Los comedores de patatas — más oscuros de lo que imaginaba — y alguien del grupo intentó pronunciar “Zundert”, la ciudad natal de Van Gogh. Eso nos hizo reír a todos (el holandés no es fácil). En una sala donde no se podía hablar, se hizo un silencio especial; Saskia nos contó en voz baja la historia de la oreja de Van Gogh antes de entrar. Aún recuerdo ese silencio, con todas esas miradas de sus autorretratos clavadas en nosotros.
Se acabó antes de lo que quería — cinco horas pasaron volando. Salí con la sensación de haber descubierto algo íntimo sobre el pasado de Ámsterdam, no solo tachar otro “imperdible”. Si buscas una excursión por los museos de Ámsterdam sin prisas ni aglomeraciones (y con entrada reservada para saltarte las colas), esta es la opción. Y si te toca Saskia de guía… pregúntale por el perro de Rembrandt. Ya verás que sabe de qué hablas.
El tour dura aproximadamente 5.5 horas, incluyendo una pausa para comer.
Sí, la entrada reservada al Rijksmuseum y al Museo Van Gogh está incluida en el tour.
El tour es semi-privado, con un máximo de 8 personas por grupo.
No, la comida no está incluida, pero hay tiempo para comprar algo cerca.
Sí, se permiten bebés y niños pequeños, y se puede usar cochecito o carrito.
El tour incluye entrada reservada para evitar las filas en ambos museos.
Si algún museo cierra o abre con más de una hora de retraso, se ofrecerá una alternativa, pero no hay reembolsos por estas demoras.
Sí, ambos museos son fácilmente accesibles en transporte público en Ámsterdam.
Tu día incluye todas las entradas al Rijksmuseum y al Museo Van Gogh con entrada reservada para evitar filas, la guía de un experto local durante todo el recorrido en grupo semi-privado (máximo 8 personas), y tiempo para una pausa para comer entre las visitas antes de terminar en el Museo Van Gogh.
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