Baja a una auténtica bodega de quesos del siglo XVII en París para una cata guiada por un experto quesero. Prueba siete quesos franceses y suizos con tres vinos, pan y fruta, aprende secretos para maridar y disfruta de un ambiente íntimo en grupos pequeños que no olvidarás.
Antes de bajar las escaleras, alguien me entrega una bata blanca y una red para el pelo — no era lo que imaginaba para una cata de quesos y vinos en París, pero me hizo sonreír. El aire cambia nada más entrar en la bodega, más frío y con ese aroma terroso y casi dulce que te golpea justo detrás de la nariz. Nuestro guía, Pierre (que de verdad es un quesero — nos mostró orgulloso su delantal azul), nos llevó entre estantes llenos de quesos madurando que parecían llevar siglos durmiendo. Nos advirtió que tuviéramos cuidado con la cabeza; aun así, me di un golpe con uno de los arcos de piedra.
Sentarse alrededor de la mesa fue como entrar en un club secreto. Siete quesos alineados, desde los más cremosos hasta los más duros y con sabor a nuez, cada uno acompañado de una copa de vino francés o suizo. Pierre servía despacio y explicaba por qué ciertos vinos combinan con ciertos quesos — algo sobre grasa y acidez y... la verdad es que me distraje con la forma en que el Comté se derretía en mi boca después de un sorbo de borgoña blanco. El pan estaba crujiente, aún tibio por dentro, y también había fruta fresca (no lo esperaba, pero me encantó). Alguien intentó pronunciar “Reblochon” y todos acabamos riéndonos.
Mantuve la chaqueta bien cerrada — hace bastante frío ahí abajo — pero al rato ni me di cuenta. Hay algo especial en estar bajo tierra en París, compartiendo comida con desconocidos que al tercer vino ya parecen amigos. Pierre respondió a todas las preguntas raras (“¿Cómo se llama ese moho azul?”) sin que nadie se sintiera tonto. Salimos oliendo un poco a queso y riendo sobre cómo nunca volveremos a mirar un Camembert del súper igual. Todavía recuerdo ese primer bocado cada vez que paso por una panadería.
Sí, no necesitas conocimientos previos; el guía lo explica todo de forma sencilla.
Se degustan siete quesos diferentes y tres vinos.
En una bodega subterránea del siglo XVII en París.
Sí, se sirve pan francés fresco junto con fruta durante la sesión.
Los grupos son pequeños, con un máximo de diez personas.
Sí, puede hacer frío, por eso se recomienda llevar ropa abrigada.
Los bebés deben ir en brazos de un adulto; el alcohol solo se sirve a mayores de 18 años.
Sí, solo se accede por escaleras; no hay ascensor.
Tu día incluye la degustación de siete quesos franceses y suizos maridados con tres vinos seleccionados, mucho pan fresco (por supuesto), fruta para acompañar, todo guiado por un quesero profesional dentro de una bodega histórica parisina — se proporcionan batas protectoras porque estarás entre ruedas de queso madurando.
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