Viaja desde Glasgow hasta las salvajes Highlands con un guía local que conoce cada atajo y leyenda. Paradas para fotos junto a lagos y castillos, comida en Oban (capital del marisco), tiempo para explorar iglesias antiguas o ruinas y momentos para respirar esos paisajes. Esta excursión privada se siente personal, como si un amigo te mostrara su lugar favorito.
Salimos de Glasgow justo después del amanecer — yo todavía sostenía mi café cuando nuestro guía, Colin, que tiene una memoria increíble para los nombres, llegó. La ciudad quedó atrás rápido, dando paso a colinas verdes y destellos repentinos de agua en los lagos. La primera parada fue Luss, a orillas del Loch Lomond. Todo estaba tranquilo, salvo los cuervos y alguna pareja paseando al perro. Detrás de la iglesia hay una antigua lápida vikinga — Colin nos la mostró con orgullo, como si nos revelara un secreto familiar. Compré shortbread en la tienda, pero la verdad es que solo quería quedarme un rato más junto al agua.
El viaje por las Highlands es difícil de explicar — hay momentos en que las nubes se abren y todo se tiñe de plata y azul. Paramos para fotos cada vez que alguien lo pedía (creo que paramos más que en cualquier tour típico). El castillo de Inveraray parecía sacado de un cuento, aunque ese día no pudimos entrar. Los jardines olían a tierra mojada y agujas de pino. Más tarde, en la iglesia de St Conan, intenté susurrar, pero mis botas resonaban en el suelo de piedra — era un silencio tan profundo que casi daba miedo hablar.
Oban estaba animado, de esa manera acogedora que tienen los pueblos pequeños. Encontramos una mesa con vistas al puerto para comer (sí, pedí fish and chips — sin arrepentimientos). Alguien del grupo probó whisky en la destilería; yo me quedé con el té, aunque robé un sorbo. La torre McCaig está en una cuesta empinada, pero vale la pena por las vistas de la bahía — gaviotas por todos lados, viento salado, barcos entrando despacio. De regreso, llegamos a Glencoe justo cuando el sol empezaba a ponerse; Colin nos contó la historia de la Masacre de los MacDonald mientras admirábamos esas montañas enormes. Es curioso cómo un lugar puede ser a la vez tan hermoso y tan triste.
No esperaba que me importara tanto una ruina de castillo ni que terminara con barro en los vaqueros en las cataratas de Falloch (lleva buen calzado si ha llovido). Pero eso fue lo que más me quedó: detalles pequeños como ovejas bloqueando el camino o la risa de Colin cuando alguien intentaba pronunciar “Kilchurn”. Esta excursión privada desde Glasgow no fue solo para tachar lugares en una lista — fue como entrar en el mundo de alguien por un día. Aún recuerdo esa luz en Glencoe.
La excursión dura todo el día, comenzando temprano por la mañana y regresando por la tarde.
Sí, tendrás tiempo libre para almorzar en Oban y visitaremos el valle de Glencoe con varias paradas para fotos.
No, el castillo cierra los martes y miércoles, y permanece cerrado de noviembre a abril.
Sí, el guía hará varias paradas para que puedas usar el baño durante el recorrido.
Sí, los bebés pueden ir en cochecito; si hace falta, hay asientos especiales para ellos.
La excursión incluye transporte privado con recogida directamente en tu alojamiento en Glasgow.
Usa zapatos cómodos (el terreno puede estar embarrado) y viste en capas por el clima cambiante.
El vehículo estándar lleva de 1 a 8 personas; para grupos más grandes (hasta 16) se puede reservar un segundo vehículo.
Tu día incluye transporte privado en un vehículo con aire acondicionado, agua embotellada y snacks. La recogida se organiza desde tu ubicación en Glasgow, así que no tendrás que preocuparte por puntos de encuentro ni traslados — solo prepárate para el clima de las Highlands y las carreteras con curvas.
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