Viajarás al corazón del sur de Egipto para estar bajo templos milenarios, recorrer mercados vibrantes y escuchar relatos de un auténtico egiptólogo—todo sin preocuparte por la logística ni las entradas.
Salimos de Hurghada antes del amanecer, con el aire aún fresco y silencioso. Nuestro conductor repartió botellas de agua mientras nos acomodábamos para el largo viaje hacia el sur. A media mañana, llegamos a la Presa Alta de Asuán—honestamente, es impresionante de cerca. Se siente la brisa que viene del Lago Nasser y se ven pequeñas barcas de pesca en la distancia. Nuestro guía egiptólogo, Ahmed, señaló el Templo de Kalabsha en la orilla opuesta y nos explicó cómo esta presa cambió Egipto para siempre. Si escuchas con atención, se oye un leve zumbido de la central eléctrica.
La siguiente parada fue la isla de Philae. Tomamos un pequeño bote para cruzar—el río aquí huele fresco, casi dulce. El Templo de Isis se alza orgulloso contra el cielo; toqué las antiguas tallas que han resistido siglos de inundaciones y sol. Ahmed nos contó sobre rituales que se realizaban justo donde estábamos. Después, paseamos por el Mercado de Asuán (los locales lo llaman Sharia el Souk). El aroma de especias—comino y hibisco seco—es lo primero que te llega. Compré unos dátiles a un vendedor mayor que sonrió sin decir mucho.
Luego visitamos las canteras de granito. El Obelisco Inacabado yace allí, medio tallado y agrietado—un recordatorio de que hasta los faraones enfrentaban obstáculos. Ahmed nos mostró las marcas que dejaron las herramientas de los trabajadores hace miles de años. Es fácil imaginar cómo se detenían a buscar sombra bajo el mismo sol.
Tras pasar la noche en un hotel sencillo (sábanas limpias, ducha caliente), partimos temprano hacia Abu Simbel. Los templos están tallados directamente en la roca—cuatro estatuas gigantes de Ramsés II te miran fijamente como evaluándote. Dentro, el aire fresco y las paredes pintadas cuentan historias más antiguas que muchos países. El segundo templo es para la reina Nefertari; su rostro está por todas partes, con líneas más suaves que la mirada severa de Ramsés afuera. Ahmed explicó cómo la UNESCO trasladó ambos templos piedra por piedra cuando el Lago Nasser amenazaba con inundarlos—difícil de creer hasta que lo ves con tus propios ojos.
¡Sí! Los niños pueden unirse sin problema—hay asientos para bebés disponibles y los cochecitos funcionan bien en la mayoría de los lugares.
El trayecto suele tomar entre 6 y 7 horas en cada sentido, con paradas para descansar durante el camino.
El almuerzo está incluido en Asuán y se proporciona agua embotellada durante todo el viaje.
La mayoría de las áreas son accesibles para sillas de ruedas y el transporte está adaptado para necesidades de accesibilidad.
Tu transporte privado (con aire acondicionado), agua embotellada todo el día, una noche en un hotel 3 estrellas en Asuán (habitación privada), almuerzo en Asuán, todas las entradas y tasas incluidas, además de un guía egiptólogo en cada parada.
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