Si quieres conocer las maravillas antiguas de Egipto y la vida real de la ciudad sin complicaciones, este tour privado de dos días desde Hurghada lo tiene todo: pirámides, Esfinge, museos y el famoso bazar de El Cairo, con un experto local guiándote en cada paso.
Salimos de Hurghada antes del amanecer, con la brisa del Mar Rojo aún fresca en el rostro mientras nos acomodábamos en la furgoneta. El camino a El Cairo es largo pero nunca aburrido: a veces camellos se acercan a la carretera y se ven pequeños puestos de té donde hombres con galabiyas disfrutan de un café fuerte. Para cuando llegamos a la ciudad, el aire había cambiado: más bullicioso, polvoriento y lleno de esa energía de El Cairo que casi se puede saborear.
Nuestro guía egiptólogo nos esperaba justo al borde de la meseta de Giza. Primero nos señaló el Templo del Valle, un lugar del que nunca había oído hablar antes de este viaje. La piedra estaba fresca al tacto y el silencio dentro contrastaba con el ruido de la ciudad afuera. Luego llegaron las pirámides. Frente a la Gran Pirámide de Keops, no puedes evitar sentirte diminuto. Nuestro guía soltaba cifras —2.3 millones de bloques, 147 metros de altura— pero, sinceramente, es la magnitud lo que impresiona. La Esfinge está cerca, con su rostro desgastado pero aún vigilando todo. Se percibe un leve aroma a arena y caballos, y si prestas atención, escucharás a los vendedores gritar en árabe, intentando vender postales o agua fría.
Más tarde, por la tarde, paseamos por el bazar Khan el-Khalili. Es un laberinto de faroles, especias y pequeñas tiendas que venden desde pulseras de plata hasta montones de dátiles. Tomé un té de menta rápido en el Café Fishawi —que lleva abierto más de 200 años— y simplemente observé el mundo pasar. Esa noche, descansamos en un pequeño hotel en el centro de El Cairo; nada lujoso, pero las sábanas estaban limpias y el aire acondicionado funcionaba (algo que en junio se agradece mucho).
El segundo día empezó con un desayuno —pan plano y queso feta, principalmente— antes de salir de nuevo. El Museo Egipcio está justo en la Plaza Tahrir; es fácil perderse entre estatuas y sarcófagos. La sala de Tutankamón está llena, pero ver esa máscara de oro de cerca vale la pena. Nuestro guía conocía todos los atajos y las historias detrás de los objetos, lo que hizo que todo fuera menos abrumador.
Terminamos en la Ciudadela y la Mezquita de Mohamed Ali. La vista de El Cairo desde allí arriba es impresionante: minaretes asomándose por todos lados y el llamado a la oración resonando entre los tejados. Las paredes de alabastro de la mezquita están frescas al tacto, y notarás a los locales entrando solo para disfrutar de un momento de calma lejos del bullicio. Ya entrada la tarde, regresamos por carretera a Hurghada, cansados pero aún emocionados por todo lo que habíamos vivido.
Sí, es ideal para familias. El ritmo es flexible y hay muchas pausas. Se pueden usar cochecitos y asientos para bebés si es necesario.
Te alojarás en un hotel cómodo de 3 estrellas en el centro de El Cairo. Es limpio y con aire acondicionado; nada lujoso, pero perfecto para descansar bien.
Se incluyen todas las entradas. Durante las excursiones se proporciona agua embotellada; las comidas suelen ser en lugares locales recomendados por el guía.
El viaje dura unas 5-6 horas en cada dirección. Hay paradas para descansar, tomar algo o usar el baño.
Tu guía egiptólogo privado te acompañará ambos días. Se incluyen todas las entradas, agua embotellada durante las excursiones, alojamiento en El Cairo y transporte cómodo con aire acondicionado. Hay acceso para sillas de ruedas y asientos para bebés si los necesitas.
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